Lo natural ahoga lo espiritual

En hebreo para designar a la naturaleza es teva, cuya raíz significa “ahogar”. Si el mundo natural de causa y efecto no es estudiado de forma cuidadosa y perceptiva para descubrir sus pistas en profundidad, ahoga la conciencia de lo espiritual.

Si analizamos  la división del mar rojo, en hebreo se traduce “Iam Suf” es decir el mar del final, lo que para los hebreos era el final para Dios es un principio, vemos como Dios usa lo natural en esta caso el viento   para realizar el milagro, es decir no se abren las aguas mágicamente al momento tal como aparece en algunas películas conocidas  es un proceso durante toda una noche en  que todos lo presentes pueden ver el Poder y la Gloria de Dios.

cruzandoExtendió Moisés su mano sobre el mar; y el SEÑOR, por medio de un fuerte viento solano que sopló toda la noche, hizo que el mar retrocediera; y cambió el mar en tierra seca, y fueron divididas las aguas.    (Exodo 14:21)

Dios ordenó a Moisés extender su vara sobre el mar para hacer que las aguas volvieran a su posición original natural. Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas vuelvan sobre los egipcios, sobre sus carros y su caballería. Y extendió Moisés su mano sobre el mar, y al amanecer, regresó el mar a su estado normal, y los egipcios al huir se encontraban con él; así derribó el SEÑOR a los egipcios en medio del mar.     (Exodo 14:27 y 28)

¿por qué fue necesario un acto para eso? Para dividir el mar, era necesario un acto porque se trataba de un milagro, la naturaleza debía ser puesta a un lado. Sin embargo, una vez que el pueblo Hebreo estaba a salvo y la necesidad del milagro había pasado, la naturaleza debió haberse impuesto automáticamente, hay un principio que estipula que el mundo se resiste a los milagros lo más posible.

Salir de la normalidad requiere un acto especial, pero ¿por qué también lo precisa el regreso a la normalidad? La respuesta es que la naturaleza es milagrosa no menos que sus raros estados de excepción. Que el mar se manifieste bajo la forma que estamos acostumbrados a observar no es menos la voluntad y manifestación expresas del Creador que la división del mar ocurrida una vez en la historia. La única diferencia es que estamos acostumbrados a una forma mientras que la otra es algo inesperado.

El Reino de los Cielos.

Dios es el gobernante del mundo natural al que ha  constituido y ordenado mediante el acto de la creación. El mundo está absoluta y  definitivamente sometido al orden de Dios, que mantiene los elementos y fuerzas naturales a su voluntad y a través de los cuales se revela.

Los milagros, pues, revelan que la naturaleza es una máscara o una cortina de humo. Detrás de esa máscara no hay nada más aparte de Dios mismo. Pero ahora debemos preguntar: si todo procede de Dios, si el mundo entero es una manifestación de Su voluntad, ¿por qué debemos actuar siquiera? ¿Por qué es necesario el esfuerzo humano? ¿Acaso no sería mejor reconocer el dominio del mundo por parte de Dios, no haciendo esfuerzo alguno en la dimensión física? Y si nuestro esfuerzo sí es necesario, ¿cuánto es la cantidad correcta?.

Este tema es  profundo, y contiene muchos niveles de revelación. El hecho es que los actos físicos constituyen las llaves para acceder al mundo espiritual. Los actos físicos son necesarios para operar cambios en la dimensión espiritual; esto es parte del secreto que explica la existencia misma de lo físico, y ésa es la razón por la que al ser humano se le ha dado un cuerpo y la opción de desarrollar el libre albedrío. Dios nos da la llave y nosotros hacemos que el mundo espiritual se mueva.

El mundo físico es como las teclas de un piano: la música no es producida por las teclas, sino por las cuerdas ocultas dentro del mecanismo que está detrás de la fachada del piano, pero las teclas son necesarias. Sin esas teclas, no habría forma de acceder al mecanismo interno, y aunque las teclas en sí mismas no producen sonido alguno, cuando se las golpea resulta la música.

Jesus dijo:

 Y Jesús, respondiendo, le dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Yo también te digo que tú eres Pedro, y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, será atado en los cielos; y lo que desates en la tierra, será desatado en los cielos.                   (Mateo 16:17 al 19)

La percepción Espiritual.

Algunas personas se relaciona con el mundo del siguiente modo: está claramente consciente de la existencia de Dios. De hecho, ora con intensidad. Sin embargo, su comprensión del mundo es que éste existe como una entidad separada de Dios.

Él puede sobrepasar la causa y efecto naturales de las leyes físicas; pero a menos que Él específicamente manipule a la naturaleza, ésta prosigue su propio curso En nuestras mentes el mundo funciona siguiendo sus leyes y la mayor parte de los eventos planeados tienen buena probabilidad de que sucedan, sólo que no existe garantía alguna de que este evento específico ocurra, ya que existen todo tipo de cosas que se podrían oponer a ello: mal tiempo, enfermedad en el momento crítico, etc. De hecho, cualquier factor impredecible o incontrolable podría hacer fracasar su plan. El objetivo sólo podrá ser alcanzado si Dios “permite que ocurra”, es decir, si Él no lo impide activamente.

El problema con esta visión del mundo es que percibe a Dios como estando fuera de la naturaleza. Por supuesto, manteniéndola bajo control y supremo a ella, pero aun así fuera de ella y separado de ella. Si la naturaleza existe fuera de la existencia de Dios, entonces el principio fundamental de la Unidad Divina que todo lo abarca es deficiente. Estamos atrapados en una percepción falsa del mundo: ha aceptado la rutina de la naturaleza como evidencia de que es autosuficiente y sólida. La naturaleza “teva”en hebreo, lo ha ahogado.
Escucha Israel…”, por lo general entiende que esta declaración de unidad de Dios significa que sólo hay un Ser Divino. Sin duda está en lo correcto, sólo que el Escucha Israel significa mucho más que eso. La idea de “Dios es Uno” no sólo excluye que haya dos o más; no significa únicamente que no hay otro dios aparte de Dios; significa que realmente no hay absolutamente nada más. Cuando uno dice la palabra, “Uno”, no existe nada aparte de Él”. Ni mundo ni naturaleza. De hecho, en la meditación de ese momento incluso la conciencia de la existencia propia se disuelve en la Unidad Divina.

Ser Uno.

A ti se aferra mi alma; tu diestra me sostiene. (Salmo 63:8)

En este salmo la palabra “aferra” en otras versiones aparece como “pegada” se usa la palabra ”dabak” en hebreo que en su significado mas profundo quiere decir estar fusionado, ser uno con Dios. En la ética y mística hebrea se usa el termino debekut que es un estado de adhesión profundo con el creador, cuando lo creado y el creador son una misma cosa eso y hay una devoción constante, aunque eso no nos hace dioses pero su poder nos sostiene, no nuestro poder “…tu diestra me ha sostenido”.

 Jesus era su oración y deseo una  unidad profunda y mística:

para que todos sean uno. Como tú, oh Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. La gloria que me diste les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno: yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfeccionados en unidad, para que el mundo sepa que tú me enviaste, y que los amaste tal como me has amado a mí.  (Juan17:21 al 23)

 Nuestra respuesta la milagro.

La respuesta al milagro si contemplamos un fenómeno milagroso, la mayoría tiende a buscar una explicación natural y cuando una generación es insensible a lo espiritual entonces es como si Dios se viese forzado  a contenerse a si mismo en vez de revelarse a nosotros.

Y llegando a su pueblo, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que se maravillaban y decían: ¿Dónde obtuvo éste esta sabiduría y estos poderes milagrosos?¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas?¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿Dónde, pues, obtuvo éste todas estas cosas? Y se escandalizaban a causa de El. Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa.   Y no hizo muchos milagros allí a causa de la incredulidad de ellos.        (Mateo 13:53 al 58).

Para cualquier manifestación milagrosa que no entendemos inconscientemente  aplicamos  el principio de Ockham.

“La explicación más simple y suficiente es la más probable, mas no necesariamente la verdadera”

Si Jesús dijo que la fe puede mover montañas ¿es porque se pueden mover o pensamos que es una alegoría?. ¿Quién puede mover montañas?.

 Jesus podía dominar lo natural.

Andar sobre las aguas, multiplicar panes y pescados para dar de comer a cinco mil personas, calmar las tormentas, sanar enfermedades etc.Cuando vamos al mar nos llevamos un flotador o por lo menos si pasamos más allá de lo que nos cubre es por que estamos seguros de que sabemos nadar, en una tormenta nos refugiamos para aislarnos de ella, es lo lógico y natural, pero solo alguien como el Mesías, como Jesús rompe la cadena natural de causa y efecto. ¿ La pregunta es si nosotros tenemos la percepción espiritual y la autoridad para hacerlo?. Jesus hace los milagros sin gritar, sin inducir a las emociones y provocar estados alterados de conciencia.

La cortina de humo.

Termino con este estracto del libro de Akiva tatz  (La máscara del mundo)

Existe un principio que subyace a toda la Creación que expresa su verdadera naturaleza y propósito: Hakol bará lijvodó -“todo ha sido creado para Su gloria”. Todo lo que hay en la Creación existe con el objeto de manifestar la honra y la gloria de Aquél que la creó. La Creación entera ha sido diseñada para que al final revele la grandeza de lo Divino”.

“El problema es que la cortina de humo, la máscara de la naturaleza, parece contradecir este principio. En un nivel más profundo, a la postre la máscara de la naturaleza que proporciona la oportunidad para el ejercicio del libre albedrío del ser humano será percibida como un elemento destacado en el desenvolvimiento de la revelación divina. Pero ahora, mientras lo Divino permanece oculto tras el mundo de la naturaleza, parece como si la naturaleza trabajase por oposición al principio de que todo debe revelar a lo Divino. Todo lo que existe debe declarar la presencia y la gloria de Dios; una máscara hace exactamente lo opuesto. A pesar de la importancia del libre albedrío del ser humano, la naturaleza impide la revelación abierta y total de lo Divino, que es el propósito último del mundo.
Para el justo que percibe esto, la naturaleza es una creación indescriptible. Que Dios se revele sin estorbos sería algo totalmente comprensible. Pero que Él cree algo que lo oculta, que retiene Su manifestación total e ilimitada, constituye algo extraordinario más allá de toda descripción. La maravilla más grande de todo es el hecho de que siquiera exista un mundo finito y natural.

 



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