El tema de los sueños ha fascinado y perseguido a la humanidad desde siempre. Soñamos sobre nuestras esperanzas, nuestros miedos y ansiedades, y también sobre nuestras fantasías. La mayoría de las veces soñamos sobre las personas y los eventos que ocupan nuestra mente durante el día pero, en ocasiones, nuestros sueños nos toman completamente por sorpresa. Los sicólogos consideran que los sueños son una de las claves para entender el subconsciente humano. ¿Cuál es la importancia oculta en nuestros sueños?.
Durante nuestra “afinación metafísica”, el alma está en una esfera más allá del tiempo y el espacio. El pasado, el presente y el futuro se vuelven uno. El panorama de toda una vida se despliega por completo, desde el nacimiento hasta la muerte.Por todo ello el alma, además de recibir una recarga, muchas veces capta eventos, tanto positivos como negativos, que se cruzarán en nuestro camino. El cuerpo filtra estos momentos fugaces y los convierte en sueños.
El soñar es una parte de la vida. Son muchísimas las cosas que diferencian al soñar del vivir de la vigilia. El soñar es un suceso absolutamente personal y totalmente fuera del control consciente. En tanto que el vivir de la vigilia es compatible y es pasible de cierto control voluntario.
La palabra sueño en hebreo es “Jalom” y un significado mas preciso es Imaginación o fantasía, En la Biblia aparece el termino soñador de sueños, enfatiza que la intensidad de los sueños de estos soñadores y su carga profética estaba por encima del sueño normal. Recordemos los términos “Rey de Reyes “o “Señor de Señores”, eran recursos lingüísticos para poner por encima términos o atributos que estaban por encima de lo normal. Hay una profecía del profeta Joel que luego es confirmada por Pedro en la que expresa la intención de Dios de dar, entre otra serie de dones impartidos por su Espíritu, la facultad de soñar sueños. Los sueños son muy valiosos, en la Biblia lo vemos en relatos referentes a : Abraham, Jacov, Jose, Faraón, por ejemplo.
“Después de esto derramaré mi espíritu sobre todo ser humano, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas;vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones.” (Joel 2:28)
Soñador de sueños.
La expresión”Soñar sueños” se usa mucho en el idioma hebreo, se llama Poliptoton es un figura del lenguaje para indicar un superlativo. Un ejemplo seria también “Rey de Reyes”, “cantar de los cantares”. “Dios de dioses”.
Acudiendo a las fuentes judías sobre el tema no son del todo claras. Por un lado, el Talmud declara que los sueños son un sesentavo de profecía (Brajot 57b), pero por otro lado declara que todos los sueños tienen absurdidad (Brajot 55a) y que la interpretación de un sueño depende de la explicación que dé el intérprete (Brajot 55b). Como el Talmud deja bien en claro, todo sueño puede tener tanto una interpretación buena como mala, dependiendo de quién lo interpreta. ¿Cómo puede una profecía, por menor que sea, depender de quién la explica?
La Biblia describe a José como un soñador. José tuvo sueños proféticos y también interpretó los sueños de los demás. ¿Por qué el joven José, quien ya sabía que había despertado los celos de sus hermanos, continuó enfrentándose a ellos y les contó sus sueños? ¿No estaba consiguiendo sólo avivar el fuego de la enemistad? ¿Estaba fanfarroneando, intentando inmaduramente mostrarles a sus hermanos que Dios tenía planeadas para él cosas mejores que para ellos?
Hay una diferencia fundamental entre la profecía y los sueños. Cuando un profeta recibe una visión o un mensaje sobre el futuro, él sabe que el futuro le está siendo revelado; sabe que él está viendo en el presente eventos que ocurrirán en una fecha cercana.

Jacob oró en el lugar donde un día se alzaría el santuario, donde, además, habían orado sus padres antes de él y desde el cual “sube la oración al cielo”, la escalera que vio en sueños representa la ascensión de la oración hacia lugares celestiales.
En contraste, un sueño es una experiencia completamente diferente. El que sueña no está meramente viendo el futuro, sino que lo está viviendo. Siente que los eventos de sus sueños le están ocurriendo en ese momento. A menudo nos despertamos de nuestros sueños pensando gracias a Dios fue sólo un sueño. Así, a diferencia de la profecía, en la que a un profeta se le muestra hoy una visión del futuro, quien sueña es transportado al futuro y lo experimenta ahora mismo.
¿Por qué esta diferencia es importante? Debido al rol crítico que el tiempo y el libre albedrío tienen en la filosofía judía. Como explica Maimónides (Leyes de Teshuvá, Cap. 5), el libre albedrío es uno de los principios más fundamentales del judaísmo. Nuestras acciones están en nuestras manos; podemos determinar nuestro futuro. Nuestro futuro es indeterminado; cada día de nuestras vidas podemos despertar y decidir si seremos buenos o malvados. Como resultado, Dios nos recompensa o castiga por cada acción y decisión.
La profecía puede ser vista como una invalidación de este principio. Cuando un profeta llega y le informa a la humanidad lo que ocurrirá en el futuro, el futuro deja de ser indeterminado. Si hoy viniera un profeta y dijera que los caldeos van a atacar mañana, presumiblemente los caldeos no tendrían otra alternativa que atacar. Tiene que ocurrir; Dios ya nos dijo que ocurrirá. Entonces, el libre albedrío parecería estar comprometido; el futuro ya no está en las manos del hombre.
Al mismo tiempo, cabe mencionar que las profecías, en particular las que discuten eventos distantes como el final de los días, a menudo son intencionalmente vagas. Hay muchas formas en las que pueden hacerse realidad. Esas profecías son vagas específicamente porque discuten eventos que no han sido completamente determinados y que pueden materializarse de muchas formas, Maimónides escribe (Leyes de Principios de la Torá) que las profecías negativas puede que no ocurran. Esas profecías vienen como advertencias a la humanidad; podemos evitarlas si nos arrepentimos.
En base a lo dicho, la diferencia que hicimos anteriormente entre la profecía y los sueños se torna muy importante. Profecía significa que a un profeta se le dice ahora lo que ocurrirá mañana. El mañana ya no está por determinarse, ya ha sido decidido hoy; el libre albedrío quedó comprometido. En contraste, los sueños son una experiencia en la que la persona vive el futuro. Los sueños están más allá del tiempo; el futuro no ha sido anunciado y traído al presente. Sigue siendo el futuro incipiente y, por definición, dado que el libre albedrío existe, puede ocurrir de más de una forma.
Esto es lo que nos quiere transmitir el Talmud al decir que los sueños dependen de su interpretación. Un sueño puede, por definición, hacerse realidad de más de una forma. Sigue siendo una experiencia futura, no limitada aún por haber entrado al mundo del tiempo. Por lo tanto hasta que sea ofrecida una interpretación (ya sea positiva o negativa), un sueño tendrá, por su naturaleza, dos resultados posibles.
Los sueños nos muestran nuestro futuro potencial. Tenemos que actuar sobre ellos.
José reconoció que era un soñador. Tenía la capacidad para relacionarse con el universo más allá del tiempo, para relacionarse con eventos futuros que aún no habían sido concebidos. Cuando recibió sus sueños proféticos, se dio cuenta de que no podía quedarse de brazos cruzados esperando que ocurrieran. Sus sueños no eran profecías sobre el futuro que habían sido traídas al mundo del tiempo, eventos que ocurrirían independientemente de lo que hiciera. Eran sueños. José estaba recibiendo información sobre su futuro potencial, lo que podría ocurrir si él usaba su libre albedrío para que se volvieran realidad. Así, José se dio cuenta que debía actuar en base a sus sueños para concretizar su futuro potencial y convertirlo en realidad.
El Talmud escribe que un sueño no interpretado es similar a una carta no leída (Brajot 55a). Un sueño que es relegado al mundo de los sueños nunca deja el futuro y, por ende, no tiene un impacto en el presente

“La imaginación es mas importante que el conocimiento”. Albert Eisten
Por lo tanto, José se dio cuenta que debía publicar sus sueños para comenzar a materializar su futuro potencial. Lejos de estar jactándose de sus sueños de grandeza ante sus hermanos, José reconoció que su futuro sólo se materializaría si él hacía el esfuerzo.
Hoy en día, nuestros sueños pueden ser más o menos proféticos, dependiendo de la cantidad de sinsentidos que metamos en nuestras cabezas durante nuestras horas activas. Pero hasta cierto punto, está en nuestras manos hacer realidad nuestros sueños más nobles, tanto los que tenemos cuando dormimos como los que tenemos cuando estamos despiertos.
“En la imaginación de visiones nocturnas, cuando el sueño cae sobre los hombres”, (Job 4:13)
Dos de las cualidades que tenían los profetas eran la intuición y la imaginación, Dios nos invita a soñar e imaginar, imaginar su imagen, imaginar nuestro futuro en el sin los filtros de la razon y nuestra propia inteligencia. Imaginar a un nivel que conecte con Dios y su voluntad
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