“y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores”. ( Mateo_6:12)
Cuando perdonamos a los demás, Dios nos perdona, medida por medida. Este principio cambia nuestras vidas al liberarnos de la prisión de nuestros rencores y odios.
Necesitamos aprender a liberar y a anular nuestros sentimientos negativos. En ocasiones somos muy rigurosos en calcular el castigo de aquellos que han sido injustos con nosotros. Dejar de lado los insultos, los malos deseos e intentar pasar el dolor de un daño o de una vergüenza y practicar el perdón.
Este principio transformará nuestras vidas. Nos liberará de las emociones negativas y debilitantes. Estar libre de pecados es una experiencia emocionante, pacífica y plena. La autoestima, felicidad y energía se incrementarán enormemente. No debemos culpar a los demás por nuestros problemas interiores, por lo tanto perdonar a los demás es también perdonarnos a nosotros mismos.
Las personas a menudo andan con rencores, resentimiento, amargura, enojo y odio. Sabemos que “amar a los demás como a sí mismo” es una gran mandamiento que se considera la base de todo el decálogo, pero tendemos a tener muchas excepciones a la regla. Creemos que esta persona en particular no merece nuestro perdón.
Cuando no perdonamos a los demás, cuando elegimos ser críticos y culparlos, Dios nos culpará del mismo modo. ¿Necesitamos eso?
No perdonar a los demás provoca un drenaje tremendo de nuestra energía y, por consiguiente, de nuestro valioso tiempo. Dios quiere que seamos felices. Nos proporciona las pautas para alcanzar este objetivo, que debemos aprender y practicar diariamente.
Recordemos que Dios nos proporcionó hoy el aire para respirar cuando hoy nos levantamos de la cama y Él continúa haciéndolo durante todo el día. Nuestros ojos están funcionando, nuestro corazón está latiendo y nuestra mente está procesando información. Debemos dar gracias a Dios por ser tan bueno, “ El sol sale para todos” pero nuestra responsabilidad es dejar que nos penetre la luz que emana “ese sol”.
La memoria constituye una herramienta muy útil y beneficiosa. Afortunadamente, Dios también nos creó con un mecanismo de supresión. Olvide las palabras crueles.
“No te vengarás, ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo.°” Yo, YHVH. ( Levitico 19:18)
Esta esta actitud fomenta el bienestar de la sociedad y posibilita que las personas se comporten satisfactoriamente entre sí, además vemos en este versículo impresa la firma de de Dios para formalizar mas intensamente el acto del perdón.
Todo esto es realmente para nuestro propio beneficio. Naturalmente, también hay beneficios para la persona a la que perdona, pero hay muchos más beneficios para nosotros si somos capaces de hacerlo. Se vigoriza, se vuelve más fuerte y se acerca más a su Presencia, al mismo tiempo uno se vuelve más compasivo y más pacífico.
A medida que nos hagamos personas más indulgentes y compasivas, comenzarán a ocurrir milagros. Una nueva vida correrá por las venas. Mente y corazón se expandirán; hacia una conciencia de Dios mucho mas cercana y real.
“Perdonar no es una emoción es una decisión”
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