Alberto Lopez nos envia este video El gran dictador (en inglés The Great Dictator) es una película estadounidense de 1940 escrita, dirigida y protagonizada por el británico Charles Chaplin. Chaplin era el único cineasta en Hollywood que seguía realizando películas mudascuando el sonido ya estaba plenamente implantado en el cine, y esta fue su primera película sonora y la de mayor éxito. En el momento de su estreno, Estados Unidos todavía estaba en paz con la Alemania nazi, pero la película ya era una feroz y controvertida condena contra el nazismo, el fascismo, el antisemitismo y las dictaduras en general. En la película, Chaplin define a los nazis como “hombres-máquinas, con cerebros y corazones de máquinas”. Chaplin interpreta dos papeles, el del dictador Adenoid Hynkel (clara parodia de Adolf Hitler) y el del barbero judío. Este último guarda muchas similitudes con el personaje más famoso de Chaplin, el vagabundo Charlot. Aunque no se especifica si se trata de él o no, generalmente se considera que en esta película se produce la última aparición de Charlot. El largometraje recibió cinco nominaciones en la 13.ª edición de los Premios Óscar, sin embargo no ganó ninguno.
El silencio, por su parte, representa la inocencia y humildad del pesonaje “el barbero judío “El gran dictador es prácticamente mudo, mientras que el dictador habla sin interrupción en una jerga de la que pueden sólo captarse algunas cosas terribles. Por eso cuando el barbero tiene que hablar de otra manera, cuando tiene la oportunidad de hacer una gran llamada al mundo, tiene que cederle la palabra a otro: a Charles Spencer Chaplin. Este llamado final de paz y amor y al hombre común fue considerado “comunista” en Hollywood y hoy muchos piensan que es más bien sentimental. En realidad, es difícil imaginar el impacto que este discurso pudo significar en su contexto adecuado, precisamente en aquellos que en ese momento sentían la amenaza de la inhumanidad absoluta sobre sus cabezas. La emoción de estas palabras es auténtica y si se logra escucharlas sin cinismo continúan conmoviendo. Vestido con el uniforme del dictador Chaplin logra, una vez más, superar la perversión del individualismo con la humanidad y la solidaridad. El hombre que no puede amar sino que posee y consume morbosamente, se convierte en proclamador de amor universal.
El gran dictador posee todavía momentos de la gran mímica muda de Chaplin: el ballet con el globo terráqueo con música (¿de quién si no?) de Richard Wagner, las secuencias de la afeitada con la danza húngara de Brahms y de la ceremonia de la moneda en el pudín. Pero a esta película, donde Chaplin se despide definitivamente del hombrecillo mudo y tiene que ponerse a buscar un cine para realidades tremendamente más complejas, es la palabra lo que le da su perennidad. Hoy, cincuenta años después, El gran dictador nos sigue hablando.
Como dijo el filosofo judío Martin Buber en sun libro Imágenes del Bien y del Mal dice:
“La nuestra es una época en la cual la suspensión de lo ético llena el mundo, y la pregunta de preguntas, la que tiene precedencia sobre todas las demás: ¿Es realmente el Absoluto el que a ti se dirige, o sólo uno de sus imitadores? Pues la voz Divina que habla es ‘la voz de un ligero susurro’ (1 Reyes 19:12) y exige a todo hombre nada más que justicia y amor, que ‘camine humildemente’con Él (Miqueas 6:8). En otras palabras, no mucho más que lo ético fundamental. En cambio la voz de Moloch imita la voz Divina pero prefiere un poderoso rugido.Hoy parece extremadamente difícil diferenciar una de la otra. En todas partes, sobre la superficie entera del mundo humano, en Oriente y en Occidente, a derecha y a izquierda, desgarran sin impedimentos el plano de lo ético y exigen de ti el sacrificio. Una y otra vez, cuando pregunto a jóvenes de buen corazón, ‘¿Porqué renuncias a vuestra integridad personal?’, me responden: también esto, el más difícil de los sacrificios, es necesario para… ¡No importa como termina la frase: ‘Para poder lograr la igualdad’ o ‘Para poder lograr la libertad’, nada importa! Y traen el sacrificio fielmente. En el dominio de Moloch los honestos mienten y los compasivos torturan. ¡Y creen real y sinceramente que el fraticidio preparará el camino para la hermandad! No hay ninguna escapatoria para la peor de todas las idolatrías hasta que no surja una nueva conciencia en los hombres que logre atravesar una y otra vez este falso absoluto.” Martin Buber.
Te dejo con un fragmento de la película, UN MENSAJE PARA HOY:
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