“Oh wow. Oh wow. Oh wow”, fueron las últimas palabras del cofundador de Apple, Steve Jobs, relató su hermana, la famosa escritora Mona Simpson, quien detalló que el creador del iPhone parecía estar en un “arduo viaje”. (Español sonaria como ” Oh Guau”).
“Parecía estar trepando”, describió Simpson como los últimos momentos de Jobs.
Cuando ella llegó a la casa de su hermano y se arrimó a su cama, cerca del final, encontró a Jobs rodeado por su familia – “él miró a sus niños a los ojos como si no pudiera destrabar su vista” – arreglándoselas para seguir consciente.
“Se veía”, dijo, “como alguien que ya tenía el equipaje acomodado en el auto, a punto de comenzar su travesía, a pesar sentirse apenado, muy apenado, por estar dejándonos”.
Sin embargo, comenzó a deteriorarse. “Su respiración cambió. Comenzó a ser intensa, intencionada, decidida. Lo podía sentir contando sus pasos de nuevo, empujando un poco más allá. Esto es lo que aprendí de la situación: también aquí él estaba trabajando. Para Steve, la muerte no fue una ocurrencia, fue un logro”. Después de sobrevivir una última noche, escribió Simpson, su hermano comenzó a escabullirse. “Su aliento indicaba una ardua travesía, un camino empinado, altitud. Parecía estar escalando”.
Este gran visionario tuvo una última revelación. Y aparentemente, esta revelación lo abrumó con su belleza.
Sólo pudo responder a ella con una repetida exclamación de asombro.
¿Qué fue lo que vio?. ¿Que visión tuvo para decir semejante exclamación de asombro?.
No lo sabemos pero tenemos evidencia de muchas fuentes, enraizadas en las escrituras y creencias místicas. Ellas explican que la muerte no es el final, que de alguna forma sobrevivimos cuando nuestros cuerpos ya no pueden funcionar, y que hay algo que nos espera al final de nuestra última travesía, algo que nos asombrará tanto por su belleza sobrenatural y por su esplendor, que lo único que podremos balbucear cuando lo percibamos será “Oh, wow”.
La muerte es nuestro destino universal. Todos dejaremos este mundo sin tener certeza de nuestro destino aunque vivimos nuestras vidas como si fuéramos a vivir para siempre. No podemos imaginar nuestra no conciencia, y que podemos dejar de ser.
¿Es la muerte el final o un nuevo comienzo? La ciencia no nos puede dar la respuesta, pero nuestras creencias pueden arrojar un poco de claridad.
El Rabino Benjamin Blech es el autor de 12 libros altamente aclamados, incluyendo“Understanding Judaism: The basics of Deed and Creed”. Él es profesor de Talmud en Yeshiva University y es Rabino Honorario de Young Israel de Oceanside, en donde trabajó durante 37 años para luego retirarse persiguiendo sus intereses literarios e impartiendo clases en todo el mundo. EL cita:
“Las fuentes místicas describen la primera experiencia en la vida después de la muerte como captar una poderosa luz inexplicablemente hermosa. Es la luz del primer día de la creación, que Dios separó para el mundo venidero, y que difiere profundamente de la luz del Sol, que no fue creada sino hasta el cuarto día. Iluminados por esta luz primordial, podemos “ver” toda nuestra vida en retrospectiva. “Revivimos” en la memoria todos nuestros años y asistimos al juicio celestial sobre cómo nos comportamos, sintiendo un gran remordimiento por nuestros errores, y bañándonos en alegría por nuestros logros espirituales. Por supuesto, el paraíso no es un lugar en el que puedes disfrutar de un asado o de algún otro placer físico, ya que carecemos de la capacidad física para hacer esas cosas. Sin un cuerpo, algunas cosas son simplemente imposibles. Pero la vida nos enseñó que la felicidad real tiene mucho más que ver con profundizar en nuestra consciencia espiritual y en nuestros sentimientos que en el placer físico. El grado en que disfrutamos la vida después de la muerte es proporcional a la altura espiritual que alcanzamos en este mundo”.
Quizás eso es lo que llevó a Steve Jobs a decir “Oh wow, oh wow, oh wow”. Estaba describiendo lo indescriptible una visión de un lugar maravilloso y hermoso que servirá como nuestro hogar final después de ser liberados de los límites restrictivos de nuestros cuerpos mortales.
Sus palabras nos dan la oportunidad de reflexionar sobre la muerte y concluir que la muerte no tiene por qué conducir a la desesperación porque la vida es más que lo que experimentamos aquí en la tierra.
Esta cita de Steve Jobs fue considerada como de las mejores citas del año una las más poderosas, importantes y significativas que fueron dichas en el 2011. De acuerdo al Wall Street Journal, la ganadora fue la exclamación de Steve Jobs: “Oh, wow. Oh, wow. Oh, wow”. Esas fueron sus últimas palabras antes de morir.
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