El hombre con rayos X en los ojos (titulada X en su versión originál) es una película dirigida por Roger Corman, y protagonizada por Ray Milland, del género ciencia ficción de serie B publicada en el año 1963.
Argumento

El Dr. Xavier desarrolla unas gotas destinadas a aumentar la gama de la visión humana, lo que permite ver más allá de lo “visible” del espectro en los rayos ultravioletas y de rayos X. Convencido de que los ensayos en animales y voluntarios son en vano, él empieza a probar las gotas en sí mismo. Inicialmente, Xavier descubre que puede ver a través de la ropa de la gente, y utiliza su visión para salvar a una joven cuyo problema médico fue mal diagnosticado. Con el tiempo y con el uso continuo de las gotas, el aumento de la capacidad visual de Xavier y su capacidad para controlarlo disminuye impidiéndole ver el mundo en términos humanos, sólo en las formas de luces y texturas que su cerebro es incapaz de comprender plenamente. Incluso cerrando los ojos puede ver a través de sus párpados. Su comportamiento se vuelve cada vez más errático, y sus colegas suponen que se está volviendo loco.
Después de matar accidentalmente a un amigo, Xavier se da a la fuga, usando su visión de rayos x para trabajar en un carnaval y luego para ganar en los juegos de azar en un casino. Los ojos de Xavier se alteran junto con su visión: en primer lugar que se vuelven negro y plata, y luego negro por completo. Para ocultar su apariencia sorprendente, lleva oscuras gafas de sol en todo momento. Al final de la película, Xavier conduce por el desierto y entra en un oficio religioso. Le dice el pastor que está empezando a ver las cosas en los bordes del universo, incluyendo un “ojo que nos ve a todos” en el centro del universo. El pastor le responde que lo que ve es “el pecado y el diablo”, y declara la cita bíblica de “Si tu ojo te ofende … arráncalo!”,y Xavier decide cegarse a sí mismo en lugar de ver nada más.
La explicacion mas sencilla es evita tus debilidades.
Y si tu ojo derecho te es ocasión de pecar, arráncalo y écha lo de ti; porque te es mejor que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno. (Mateo5:29)

Jesús no hablaba de forma literal en este pasaje. Primero, porque Dios, como Padre nuestro que es, no desea nuestro sufrimiento o que nos automutilemos. Y segundo, porque aunque nos arrancáramos los dos ojos, las dos manos y los dos pies aún seguiríamos pecando ya que el pecado es parte de la naturaleza humana y anida en el corazón. Lo que quería decir realmente es que, para evitar pecar, lo que debemos hacer es evitar toda ocasión que nos pueda hacer pecar. Evitando la ocasión evitaremos la trampa. Huyendo de la tentación, no caeremos en el pecado.
Todas las personas tenemos debilidades. Por ello lo que debemos hacer es evitar lugares, situaciones o personas que nos puedan hacer caer. Si tiendes hacia el alcoholismo sería una buena idea que te alejes de los bares. Si te atrae mucho el juego, no pises un casino. Si piensas que puedes ser infiel con una persona, mejor distánciate de ella. Si a través de la televisión es que entra la inmoralidad en tu vida, entonces apágala y lee un libro. Porque más vale renunciar a algo que nos gusta y salvar nuestro espíritu, que a causa de un vicio acabar al final en el infierno.
Un exceso de conocimiento no equilibrado te puede llevar a la locura.
“El doctor Xavier le dice el pastor que está empezando a ver las cosas en los bordes del universo, incluyendo un “ojo que nos ve a todos” en el centro del universo.”
Desde que Eva comió del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal, el hombre no ha dejado de dar bocados al fruto queriendo alcanzar mas conocimiento que los demás, con el propósito de una separación que sin equilibrio conduce a la locura. Para entender esto acudiremos a la mistica Judia aunque me pueda costar alguna que otra critca. Para ejemplarizar la naturaleza de este peligroso viaje ,me refiero a la vida del místico, los rabinos talmúdicos contaban la historia de cuatro grandes sabios: Ben Azai, Ben Zoma, Ben Abuyah y el rabino Akiva.
Cuenta la leyenda que cada uno entró en el “pardes oculto” o “paraíso oculto” . El rabino Akiva, el más anciano y el mejor preparado de los cuatro, fue el primero en alcanzar los estados supraconcientes . Cuando regresó, avisó a los otros tres que no sucumbieran a las ilusiones que sus mentes irían creando por el camino:
“Cuando estéis cerca de las piedras de mármol puro no digáis: ¡Agua! ¡Agua ! Porque los salmos dicen: “Aquel que diga falsedades, no soportará mi mirada”.
El santo rabino Ben Azai “miró y murió”, porque su alma anhelaba tanto a su fuente, que abandonó el cuerpo físico para entrar en la luz.
Ben Abuyah, cuya confusión intelectual no había sido disipada suficientemente, miró, y al ver que no existía un sólo Dios sino dos, se hizo apóstata.
Ben Zoma miró y perdió el juicio, porque no fue capaz de reconciliar la vida ordinaria con la vida visionaria.
Así que, sólo el rabino Akiva, el hombre perfectamente equilibrado, entró y salió en paz.
De esta forma, los propios místicos Judios comparaban la vida mística con entrar en un jardín espléndido pero peligroso, en el que las visiones alucinatorias no sólo eran trampas, sino que además, podían llevar a la muerte. Según la lectura literal de esta historia, podemos interpretar que, si alguien se enfrenta a lo místico, a lo “oscuro” y “oculto”, cuatro pueden ser los resultados: la muerte súbita, la locura, la apostasía o la paz interior.
La auténtica sabiduría, nunca crispa, alivia; no oscurece, clarifica; no crea odio, sino entendimiento no separa sino une. Sólo así se logra el equilibrio interior, que permitió al sabio Akira, salir del Paraíso en paz. El Doctor Xavier quiso alcanzar un poder que era demasiado para el, esto le llevo a la destrucción y a la locura y Xavier decide cegarse a sí mismo en lugar de ver nada más.
El equlibrio esta en el Amor que reflejamos en nuestro vivir diario y en nuestra relacion como los demas, te dejo esas palabras de Pablo hablando sobre el conocimiento y el amor:
Y si tuviera el don de profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe como para trasladar montañas, pero no tengo amor, nada soy. (1 Corintios 13:2)
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