Teresa de Avila, el Talmud y la mística Hebrea

“Las Moradas” es la obra mística de Santa Teresa de Jesús en la que describe los pasos por los que debe atravesar el alma para llegar a la unión con la divinidad.

Obra concluida en 1577, “Las Moradas”, también conocida por “Castillo interior” es la ultima obra de Santa Teresa de Jesús. Ésta, fue redactada por petición de Jerónimo Gracián, discípulo de la santa, durante su estancia en Toledo, donde se refugió de la persecución de los Carmelitas Calzados. Basándose en su experiencia vital, la religiosa trata de explicar las siete etapas, o moradas, que el alma debe atravesar para llegar a un encuentro real con la divinidad. El alma es descrita como un castillo de cristal o diamante en el cual se entra por medio de la oración, pasando de una morada a otra.

Teresa de Ávila, Santa Teresa de JesúsTeresa Sánchez de Cepeda Dávila y Ahumada, aunque generalmente usó el nombre de Teresa de Ahumada hasta que comenzó la reforma, cambiando entonces su nombre por Teresa de Jesús.

El padre de Teresa era Alonso Sánchez de Cepeda, descendiente de familia judía conversa. Alonso tuvo dos mujeres. Con la primera, Catalina del Peso y Henao, tuvo dos hijos: María y Juan de Cepeda. Con su segunda esposa, Beatriz Dávila y Ahumada (emparentada con muchas familias ilustres de Castilla), que murió cuando Teresa contaba unos 12 años, tuvo otros diez: Hernando, Rodrigo, Teresa, Juan (de Ahumada), Lorenzo, Antonio, Pedro, Jerónimo, Agustín y Juana.

Los escritos y experiencias de la mística española Santa Teresa de Ávila, acerca de las siete moradas del alma, se conocen en el Zohar (Libro del Esplendor) como Los siete Recintos Celestiales, que representan los siete estados espirituales del mundo de Beriah del Corazón. escritio por Moshé ben Sem Tob de León que  nació en 1240 y murió en 1305. Fue rabino y filósofo, autor del Libro del Esplendor, obra central de la mistica Judia. Moises de Leon 1295 deja de viajar y se asienta en Ávila, residiendo en casa del rico e influyente Yuçaf de Ávila y fue allí donde alcanzó la serenidad suficiente para culminar la redacción de El Zóhar. En su residencia abulense se mantuvo hasta la muerte. Ésta aconteció en 1305, circunstancialmente en Arévalo, ya que se había desplazado hasta esta localidad abulense para encontrarse con otro teólogo hebreo.

Teresa era de descendencia judía. Su abuelo fue un converso de Toledo que fue llevado ante la Inquisición y juzgado por apostasía en 1485, justo antes de la expulsión.La descendencia Judia de Teresa de Avila puede que influyera en su obra “Las moradas” ya que en diferentes textos del Talmud se redactan enseñanzas sobre siete cielos, siete tierras….

Estas tradiciones describen los niveles del mundo espiritual de acuerdo a siete estaciones, siete recintos o siete moradas. No es sorprendente que cada tradición describa de la misma forma la experiencia mística. La primera morada o recinto se relaciona con la devoción y la búsqueda del alma; la segunda se relaciona con el proceso de purificación; la tercera es la prueba de sinceridad hacia Dios; la cuarta es el principio de la presencia viviente del Espíritu Santo dentro del alma; la quinta es la morada de la Santidad; la sexta es la morada de la Santificación; la séptima, la morada de la Unificación.Este trabajo místico fue el  más importante de Teresa, la obra maestra que escribió al final de su vida, también se conoce como “El Castillo Interior”, que simboliza nuestra alma. Lo describe como un castillo hecho de cristal o de un hermoso diamante en el que hay siete moradas, cada una con varias cámaras. Su libro es un relato profundo de un viaje místico del alma a través de los siete niveles del mundo espiritual, avanzando desde la primera hasta la séptima morada o estado de unión espiritual.

La escuela talmúdica de Ávila

En Ávila se asentó una de las academias talmúdicas más importantes de los siglos XIII-XIV, foco de tendencias hacia el mesianismo. Ávila acogió a Moshé bem Sem Tob de León (Moshé de León),rabino y sabio itinerante que tras vivir en Guadalajara escribió y retocó aquí su Sefer ha-Zohar o Libro del Esplendor que con elTalmud y la Biblia componen la trilogía de la mística cabalística. Desde Ávila se difundió el primer manuscrito del Zohar.

La conexión mística  se establece entre Teresa de Avila y Moisés de Leon y hacen de  Avila un lugar donde la mística  entre las culturas nos llevan a unas coincidencias maravillosas y profundas entre dos culturas la Cristiana y la Hebrea.

Moisés de León.

7f9fd59d0d85893889a0f26183dd767eNacido en León (de ahí su sobrenombre), su dedicación desde temprana edad al estudio de la religión hebraica, hizo que viajase constantemente recalando por las principales aljamas de la península. Así mismo fue rabino. Se sabe, por ejemplo, que residió cierto tiempo en Guadalajara.

A partir de los 30 años, comienza a publicar obras (unas 25 a lo largo de su vida) que son consideradas fundamentales dentro del judaísmo. Por la que es más conocido es por el Libro del Esplendor, obra central en la Cábala. Se trata de una especie de novela en la que se desglosan comentarios acerca de diversos pasajes bíblicos. Para ambientar la misma, el texto aparece escrito en arameo para hacer creíble que había sido escrito por un rabino de la antigüedad.

En realidad, el periplo de Moshé por las juderías españolas tenía también un carácter apostólico y de difusión de dogma ya que, en aquella época, se estaban enfrentando dos formas de entender el hebraísmo. Por una parte, aquellos más ortodoxos, propugnaban un seguimiento literal de las escrituras siendo una tendencia especialmente respaldada por los sectores más pudientes. Por otra, aquellos que defendían la exaltación de la pobreza y de la naturaleza como forma de aproximarse a Dios. Esto último era más apoyado por las clases populares y por nuestro abulense de adopción.

En 1295 deja de viajar y se asienta en Ávila, residiendo en casa del rico e influyente Yuçaf de Ávila y fue allí donde alcanzó la serenidad suficiente para culminar la redacción de El Zóhar. En su residencia abulense se mantuvo hasta la muerte. Ésta aconteció en 1305, circunstancialmente en Arévalo, ya que se había desplazado hasta esta localidad abulense para encontrarse con otro teólogo hebreo.

No fue casual que eligiese nuestra ciudad ya que la judería local era una de las tres más importantes de la corona y la población hebrea era muy numerosa e influyente por lo que no fue tan acusada como en otras localidades. Y, por supuesto, Ávila influyó en sus escritos aunque sólo fuera por ese clima de convivencia que aquí existía entre las tres etnias que habitaban la península.

Ávila aún conserva huellas de su pasado judío. A nivel urbanístico, el simple trazado de aquellas zonas en las que habitaron (juderías) ya denota el carácter intrincado de las callejas que moraron. Pero fue una comunidad populosa (al menos el 20% de la población) lo cual hizo que se distribuyeran por zonas al norte de la ciudad y, sobre todo, en los últimos años, al sur, en el entorno de la iglesia de San Juan. Sus negocios, comercios y talleres, se concentraban en pleno centro, dentro del recinto murado. Sabemos aproximadamente donde se situaban sus sinagogas o la casa de alguno de sus rabinos. Restan inscripciones y, recientemente, se ha descubierto su cementerio que se ha posicionado como la necrópolis hebrea más extensa del país.

De la documentación conservada se extrae que muchas de las medidas antisemitas que se dictaban en la península al final de la Edad Media, no se ejecutaban en Ávila. Eran muchos, algunos influyentes y mantenían la convivencia. De hecho, se llegaron a dictar decretos que “protegían” a los judíos abulenses. Sin embargo, el proceso general antisemita desemboca en el tristemente famoso Edicto de Expulsión de 1492 (en Ávila se conserva la única copia de la orden enviada desde Granada para el Reino de Castilla) por lo que Ávila perdió una parte importante de su población y de su dinamismo social.

Como homenaje a Moséh de León, un coqueto jardín adosado a la Puerta de la Malaventura (zona donde se concentró buena parte de la comunidad hebrea de la ciudad antes de su expulsión) lleva su nombre.

(Mas in formación) Avila turismo.

“LA EXPERIENCIA DE LA FE: HABITAR NUESTRO CASTILLO INTERIOR”
(Publicado 9th October 2013 por ) Castillo interior
Primera Morada: DESCUBRIRNOS A LA LUZ DE LA FE (1M 2, 4). Dios nos revela quiénes somos; nuestra belleza se fundamenta en la redención en Cristo. Consecuencias de esta revelación: invitación a entrar dentro de sí, y a conocerse a través de la fe (1M 1, 5). La fe como fuente y sustento en el camino, está fundada en la caridad y en la gratuidad de Dios, y es forjadora de humildad y libertad (1M 2, 8). Hasta las cuartas moradas se presentan unas constantes bien determinadas: la peregrinación del ego-centrismo al Dios-centrismo (1M 2, 1), el encuentro con la propia “miseria” (3 M 2, 2), ahondar en la belleza que nos habita y el peligro de la auto-justificación (3M 1, 4)
Segunda Morada: AVENTURARSE A CAMINAR DESDE LA FE (2M 1, 10). La persona crece en medio de las dificultades, pero tiene que actuar con determinación ante los obstáculos: el no estar desasido, estancamiento, aburguesamiento, vivir en los arrabales del castillo (2M 1, 3.5.9). Se comienza a dejar a Dios ser Dios, confiando en su misericordia (2M 1, 8), y a percibir la dulce voz del Señor que guía (2m 1, 2). Las mediaciones adquieren vital importancia: personas, lecturas, meditaciones (2M 1, 3).
Tercera Morada: FE Y PERSEVERANCIA (3M 1, 3). Bienaventurados los que perseveran y temen al Señor, porque de Él les vendrá toda seguridad (3M 1, 1). La fe se vive desde el amor (3M 2, 10),  y no se contenta con sólo cumplir (3M 1, 5.7), sino que busca orientar los propios intereses hacia los del Señor (3M 2, 6).  Y para que este amor no sea solamente fabricado en nuestra imaginación, es necesario hacer lo que está en nuestras manos, pero sin buscar la auto-justificación (3M 2, 7),  y aprender a acoger las contradicciones y sequedades que se presentan (3M 1, 9).
Cuarta Morada: LA FE QUE MADURA CON EL AMOR (4M 1, 7). La fe es vivida como experiencia de la presencia totalmente gratuita que lleva al olvido de sí a favor de Dios (4M 1, 2, y 4M 3, 6). Se aprende a amar desde el amor de Dios (4M 1, 7), como don que acrecienta la capacidad de amar (4M 2, 9), y la disposición de servir (4M 3, 9).
Quinta Morada: LA FE QUE NOS HACE CRIATURAS NUEVAS (5M 2, 3). La disposición de la persona y su experiencia de unión con Dios, hacen que reviva el dinamismo bautismal de la muerte y resurrección en Cristo. Teresa lo explica a través del símbolo del gusano de seda (5M 1 y 2). Aunque se trata de un proceso intenso y exigente es en sí mismo fuente de paz, aun en el sufrimiento (5M 2, 10). La fe modela la vida (5M 3, 6-7), y se verifica su autenticidad en el amor al prójimo puesto en práctica (5M 2, 13 y 4, 10).
Sexta Morada: LA FE COMO HERIDA DE AMOR (6M 1, 1). El “enamoramiento” causa una permanente herida de amor, pues la persona desea gozar plenamente de esa presencia, y por eso procura desasirse de muchas realidades que le estorban (6M 1, 1). La confusión y las tribulaciones interiores y exteriores son propias de estas moradas, y contrastan con las experiencias de los más diversos fenómenos místicos. Sin embargo, no serán tanto estos fenómenos los que dinamicen  el proceso  hacia la unión con Dios, sino la fe y la confianza en su misericordia (6M 1,10; 9, 16).
Séptima Morada: CUANDO LA FE YA ES VIDA (7M 1, 6). Dios ha llevado a la persona a la morada donde Él habita, es la consumación del matrimonio espiritual, que es la plenitud de la fe (7M 1,3). Una fe viva en la que la persona se descubre renovada en Cristo y configurada en Él 7M 2, 1.3.5), y se manifiesta en el olvido de sí, en la capacidad de sobrellevar las adversidades con paz, de amar a los enemigos,  y de perder el temor a la muerte (7M 3, 2-7). Toda la memoria se va en cómo contentar más a Dios, y en qué, y por dónde mostrarle el amor que se le tiene… obras quiere el Señor (7M 4,6).


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