la sombra del mesias “La teoria de los dos Mesias”

Mesias ben David

Mashiaj Ben Yosef y Mashiaj Ben David

En la Biblia encontramos dos tendencias concernientes al Mesías. Por un lado habla de un Mesías Rey, Conquistador y Redentor, y por otro lado habla de un Mesías Sufriente, Humilde y Salvador. En el Judaísmo al Mesías Rey se le conoce como Mashiaj Ben David (Mesías hijo de David), y al Mesías Sufriente como Mashiaj Ben Yosef  (Mesías hijo de José). De hecho los rabinos pensaban que habían dos Mesías, estos dos estarían envueltos en la liberación del pueblo Judío del exilio que daría paso al tan esperado tiempo Mesiánico. Ellos piensan que Mashiaj Ben Yosef sería de la tribu de Efraín. Este Mesías vendría primero a preparar al mundo para el Reino de Dios, lucharía contra los enemigos de Israel y moriría en la batalla.

Después de su muerte habría un período de gran calamidad y tribulación para Israel, pero luego aparecería Mashiaj Ben David que vengaría su muerte y luego inauguraría el Reino Mesiánico. A pesar de este conocimiento del Mesías Sufriente, Mashiaj Ben Yosef en el  del año 135 d.C., fracasó de la revuelta de Bar Kochba  quien fue proclamado mesías por los Judios y muerto en manos de los Romanos.

Primero en un pollino y luego en una nube.

Las Profecías de Zacarías se refieren a los últimos días de la vida terrenal del Mesías:

“Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu rey vendrá á ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, así sobre un pollino hijo de asna. Y de Ephraim destruiré los carros, y los caballos de Jerusalén; y los arcos de guerra serán quebrados: y hablará paz á las gentes; y su señorío será de mar á mar, y desde el río hasta los fines de la tierra. Y tú también por la sangre de tu pacto serás salva; yo he sacado tus presos del aljibe en que no hay agua” (Zac. 9:9-11).

El asno es el símbolo de la paz, mientras que el caballo es símbolo de la guerra. De acuerdo con esta profecía el Mesías tendrá que anunciar la paz a los hombres: reconciliación con Dios y el cesar de la enemistad entre ellos. La segunda parte de la profecía relacionada con la liberación de los condenados, vaticinio acerca de la liberación de las almas de los hombres condenados del infierno a resultas de los padecimientos del Mesías.

En la profecía que sigue Zacarías profetizó que Mesías será traicionado por 30 monedas de plata. En esta profecía el discurso se dirige de parte de Dios, Quien sugiere que los jefes judíos Le designen el pago por todo lo que Él ha hecho para el pueblo, diciendo:

“Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo. Y pesaron para mi salario treinta piezas de plata. Y díjome Jehová: Échalo al tesorero, hermoso precio con que me han apreciado. Y tomé las treinta piezas de plata, y échelas en la casa de Jehová al tesorero” (Zac. 11:12-13).

Como ya sabemos de los Evangelios, por 30 monedas de plata Judas Iscariote traicionó a su Maestro. Sin embargo, Judas no esperaba que Cristo sería condenado a muerte. Al enterarse de esta decisión se arrepintió y tiró las monedas recibidas en el templo. Con estas treinta monedas los sacerdotes compraron de un alfarero cierto lote de tierra que fue destinada para enterrar a los forasteros, precisamente como lo profetizó Zacarías (Mat. 27:9).

En el pensamiento rabínico estaba claro el concepto de un Mesías sufriente de acuerdo a las Sagradas Escrituras, lo cual nos remonta a los tiempos de Daniel, Capítulo 9 donde se habla de que se “quitará la vida al Mesías”. ¿Cómo se concilia este concepto de un Mesías que pierde la vida y un Mesías redentor que viene a establecer un reino milenial de paz y prosperidad? El dilema fue resuelto dividiendo el Mesías en dos Mesías: Mesías ben Yosef y Mesías ben David. Esta tradición sostiene que el Mesías hijo de Yosef está destinado a sufrir y morir mientras que el Mesías ben David fue escogido para reinar. Algunos rabinos afirman que Mesías ben Yosef moriría en la batalla final contra Gog y Magog. Su muerte prepararía el camino para el reinado del otro Mesías.

Mesías solo hay uno Jesús, que vino a sufrir muriendo por nosotros y vendrá como Rey descendiente del linaje de David  a hacer Justicia y restablecer el Reino de Israel. Primero humilde en un pollino pero luego en un caballo preparado para la guerra. Es un misterio pero  podemos interpretar que el Mesías sufriente habría venido a prepáranos con su muerte para así poder ver y recibir al Mesías como  “Rey y Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec”.

 Y entonces verán AL HIJO DEL HOMBRE QUE VIENE EN UNA NUBE con poder y gran gloria. Cuando estas cosas empiecen a suceder, erguíos y levantad la cabeza, porque se acerca vuestra redención.  (Lucas 21:28)

Los sacrificios de purificación ocupaban la posición central en la vida religiosa del pueblo judío. Cada devoto judío ya sabía desde su niñez que el pecado sólo podría borrarse por medio de un sacrificio cruento. Todas las grandes fiestas y acontecimientos familiares se acompañaban de sacrificios. Los profetas no explicaban en que consistía el poder purificador de los sacrificios. Sin embargo, sus profecías relacionadas con la Pasión demuestran que los sacrificios del Antiguo Testamento anticipaban el gran sacrificio redentor del Mesías, el cual Él tuvo que ofrecer para la purificación de los pecados del mundo entero. De este gran sacrificio tomaban fuerzas y trascendencia las ofrendas del Antiguo Testamento. La relación íntima entre el pecado y los subsiguientes sufrimientos, al igual que entre los padecimientos voluntarios y la subsiguiente salvación del hombre, no está bien comprendida aún hasta hoy día. No vamos a tratar de explicar esta relación interior, sino sólo nos detendremos aquí sobre las propias profecías referentes a la prevista Pasión redentora del Mesías.

La más sobresaliente y detallada profecía relacionada con venideros sufrimientos del Mesías es la de Isaías que ocupa uno y medio capítulo de su libro (cap. 52-53). Esta profecía incluye tantos pormenores sobre los padecimientos de Cristo que el lector tiene la impresión de que el profeta Isaías escribía al propio pie del Gólgota, aunque sabemos con seguridad que el profeta vivió siete siglos antes de Cristo. A continuación presentamos la profecía en cuestión:

La frase introductora de esta profecía: “¿Quién creerá lo que hemos oído?” atestigua acerca del carácter excepcional de los acontecimientos descritos, los cuales exigen un esfuerzo de voluntad de parte del lector para creerlos. En efecto, las profecías anteriores de Isaías hablan de la magnificencia y gloria del Mesías, mientras que la presente expone Su voluntaria humillación, padecimientos y muerte. El Mesías, estando completamente limpio de pecados personales y santísimo, soporta todos estos sufrimientos con el fin de purificar al género humano de sus iniquidades.

También describió vivamente la pasión de la cruz del Salvador el rey David en su salmo 22. Pero aunque en este salmo el texto se desarrolla en primera persona, naturalmente el rey David no pudo escribir de sí mismo, pues no soportó dichos padecimientos. Sólo figura como un prototipo del Mesías, refiriendo proféticamente a su propia persona lo que en realidad pertenecía a su Descendiente Cristo. Es notable que algunas palabras de este salmo fueron pronunciadas literalmente por Cristo crucificado. A continuación vamos a presentar algunas frases del salmo 22, y paralelamente los correspondientes contextos Evangélicos.

Versículo 7: “Todos los que me ven, escarnecen de mí,” y Marc.15:29.

Versículo 17: “Horadaron mis manos y mis pies,” Luc. 23:33.

Versículo 18: “Repartieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes,” y Mat. 27:35.

Versículo 8: “Remítese á Jehová, líbrelo; Sálvele, puesto que en él se complacía.” Esta frase fue repetida literalmente por los sumos sacerdotes y escribas, Mat. 27:43.

Versículo 2: Así exclamó el Señor antes de morir: “Dios mío, clamo de día, y no oyes.”

Una interpretación del salmo 22

¿Dios mío, Dios mío, por qué me haz abandonado?

Esta pregunta registrada en mateo 27:46 y marcos 15:34 – es una de las clásicas “siete palabras” de cristo en la cruz. Los creyentes han meditado en esta más que en todas las otras juntas.

“¿Cómo puede Dios abandonar a su hijo?” se preguntan. Cuando Jesús gritó, “¿Dios mío, Dios mío, por qué me haz abandonado?” ¿Fueron estas palabras un grito de agonía que reflejaban un sufrimiento personal? O, ¿estaba Jesús tratando de comunicar otra cosa?.

En un contexto más amplio podemos ver que estas palabras vienen del inicio del salmo 22. Luego de esa pregunta inicial, el salmo 22 sube de intensidad y dice: “Se acordarán, y se volverán a Dios todos los confines de la tierra, y todas las familias de las naciones adorarán delante de ti. Esto será contado de Dios hasta la postrera generación. Vendrán, y anunciarán su justicia; a pueblo no nacido aún, anunciarán que él hizo esto.” (salmo 22:27, 30b-31).

¿Será posible que Jesús pudo pronunciar la primera línea del salmo 22 esperando que, en sus mentes, los espectadores se dieran cuenta de lo que estaba pasando y lo que iba a pasar mediante este salmo mesiánico y profético?.

¿Habrá sido el deseo de Jesús en el día de su crucifixión enfatizar las profecías  mesiánicas del salmo 22 sobre los confines de la tierra reconociendo y volviéndose al señor? ¿Es esta “palabra” una declaración de que la justicia de Dios sería proclamada aún a los todavía no habían nacido.

Se puede argumentar muy bien que en esos momento previos a su muerte, Jesús estaba señalando las profecías mesiánicas del salmo 22 para los espectadores ese día en el calvario así como para los que leerían los evangelios en los años siguientes.

Hay mas pistas:

Y alrededor de la hora novena, Jesús exclamó a gran voz, diciendo: ELI, ELI, ¿LEMA SABACTANI? Esto es: DIOS MIO, DIOS MIO, ¿POR QUE ME HAS ABANDONADO? Algunos de los que estaban allí, al oírlo, decían: Este llama a Elías. (Mat 27:47 y 47)

El que algunos no entendieran lo que estaba recitando Jesús  es  por cuestión de idioma, el arameo era la lengua corriente en esos momentos, aparte de otros idiomas que circulaban por allí de otras culturas, Griego, Latin etc. En arameo se Dios pronuncia “Alahi”  y en hebreo es “Eli” se sabe que el hebreo en aquella época no era un lenguaje común, solo se utilizaba por la casta sacerdotal para el culto y la liturgia, es decir el Rabi Jesús estaba recitando el salmo 22 en hebreo, lengua no cotidiana en esos momentos.

imagesCAN2QT54Isaías y el Mesías sufriente.

Los sabios y eruditos Judíos escribían:

“He aquí que mi siervo será prosperado; será enaltecido y será levantado, y será muy fortalecido…” Tárgum Jonathan Isaías 52:13“He aquí, que mi siervo será sabio, el será exaltado y enaltecido, y será puesto muy en alto” (Isaías 52:13) Su sabiduría excederá aun la del Rey Salomón; el será mas grande que los patriarcas, mas grande que todos los profetas después de Moisés, y en muchos aspectos aun mas exaltado que moisés. Su grandeza y honor excederá aquella de todos los Reyes antes que el.

¿De quien esta hablando este pasaje? Las palabras están claras; el pasaje dice del tremendo siervo del Señor cuya apariencia se estropea y aflige (Isaias 53:3-5) “Despreciado y desechado entre los hombres, varón de dolores, experimentado en quebranto; y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado, y no lo estimamos. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados.”

El texto presenta al siervo del Señor sufriendo quien muere como un korban (sacrificio), una recompensa por culpabilidad. El entonces es enterrado con el rico y el malvado, pero es gloriosamente resucitado para vida. Dios permite su aflicción y, al final, exalto al Siervo para soportar este sufrimiento para quitar los pecados de muchos (Isaias 53:8) Luego leemos que el se levantará otra vez. Así escribe el famoso Rabino Yitzchak Luria en el décimo primer capitulo de su trabajo ”Shaar HaKavanot”, que después de que el Mesías llegue, el será escondido en el cielo como Moisés fue escondido en el Monte Sinai, y después el volverá a aparecer.

¿Pero quien es este Siervo? Antiguos comentaristas notaron que el contexto habla del Ungido de Dios, el Mesías. La traducción aramea de este capitulo, atribuido al Rabino Jonathan ben Uzziel, un discípulo de Hillel quien vivió cerca del segundo siglo A de C, comienza con las simples y dignas palabras: Isaías 52:13 He aquí, mi siervo será prudente, será exaltado y será estimado, y será puesto muy en alto.  El carga nuestros pecados en sus hombros, nosotros podemos encontrar perdón por nuestras iniquidades y con sus heridas somos sanados”.

No hay dos Mesías, Jesús ya vino y cumplió el rol de Mesías sufriente  como indican  las escrituras:

Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les explicó lo referente a El en todas las Escrituras. (Lucas 24:27) 

El cumplió el rol de Mesías sufriente y volverá como Rey y Señor, con autoridad a repartir justicia, restaura todas las cosas y establecerá un Reino de amor y de justicia para toda la eternidad.



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